Así afecta el verano a los ojos
Durante los meses de calor los rayos del sol inciden con mucha más fuerza y agresividad y a la mayoría nos encanta aprovecharlos lucir bronceado.
Los problemas llegan cuando olvidamos de proteger nuestro cuerpo de la forma adecuada y, además de las consecuentes quemaduras, aparecer otro tipo de síntomas a largo plazo como las manchas y lunares que pueden ser causa de males mayores como el cáncer de piel. Hay estudios recientes que demuestran que si nos quemamos 5 o más veces tomando el sol, las probabilidades de desarrollar melanoma aumentan un 80%.
Pero la piel no es lo único que puede verse afectado por la radiación solar, también debemos tener cuidado con la visión. El Dr. Arturo Quijada, cirujano oftalmólogo y director médico de la Clínica Quijada de Valencia, explicaba recientemente en la revista Muy Interesante que uno de los problemas más frecuentes que el sol puede originar en los ojos es la queratitis, muy parecida a la patología que sufren los soldadores, y que “se manifiesta cuando después de un largo rato tomando el sol se nos queda el ojo entreabierto”. La persona sufre molestias debido a la inflamación de la córnea. También suele ser habitual la aparición de conjuntivitis.
Otros daños de tipo acumulativo que pueden aparecer con el paso del tiempo son las cataratas o la degeneración macular asociada a la edad, esta última directamente relacionada con la falta de vitaminas y los efectos de la radiación solar. El Doctor Quijada insiste en la importancia de proteger los ojos, independientemente de la edad, con gafas de sol adecuadas para ello.
El doctor también desmiente la creencia de que las personas con ojos claros son más susceptibles a este tipo de problemas. Si bien es cierto que son mucho más sensibles a la luz que quienes tienen los ojos de colores oscuros, las personas de ojos claros tienden a protegerse más del sol al notar mayores molestias en la visión y como consecuencia, tienden a prevenir mejor las patologías oculares.
Otro de los enemigos veraniegos de la vista es el cloro presente en las piscinas, un desinfectante muy irritante compuesto de cloraminas, que son sustancias muy tóxicas. Quijada considera que “todas las piscinas deberían tener agua con sales minerales, dado que los ojos la toleran mucho mejor al ser parecida a nuestros líquidos, como podemos comprobar al llorar”. El contacto continuado y directo con el cloro suele derivar en conjuntivitis, por lo que siempre es recomendable el uso de gafas de natación, sobre todo los niños, que son los que más tiempo pasan en el agua jugando y buceando.
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